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| Foto: Cortesía Liga MX |
Por: Luis Enrique Pastor / Bachillerato
Los Pumas recibieron y ganaron a Chiapas 2-1 en la cancha del Estadio Olímpico Universitario. El cotejo fue a la acostumbrada hora: las 12, cuando el sol hierve la cabeza de los espectadores, las gorras se venden por docenas, al igual que las cervezas, y claro; no faltan los que retan al calor con sus abrigadoras sudaderas.
La avenida Insurgentes Sur se colmó de aficionados universitarios, como cada domingo que juegan los Pumas, sin embargo, la entrada en el estadio fue regular. Según datos de la Liga MX asistieron 14,775 'pamboleros' de los cuales se estima, solo 20 apoyaban a la escuadra chiapaneca.
El ambiente dentro del inmueble predominó en el estilo familiar. La gente organizaba sus gritos de “Goya”, e incluso sus creativas formas de insultar al silbante del encuentro cada que una decisión arbitral parecía una guerra personal contra los del Pedregal. Por su parte, la Rebel, la barra principal de los Pumas, cantó como suele hacerlo y dejó su mejor celebración para el final.
La afición auriazul pudo festejar dos anotaciones de su equipo las cuales hicieron estallar el recinto, a diferencia del solitario gol de los visitantes en el que el silencio fue más evidente que el tenue desahogo de gol de los 10 valientes barristas que hicieron el largo viaje desde Chiapas hasta la capital del país.
El show sin duda se lo llevó Leandro Augusto, a quien los corazones de la afición universitaria aún le pertenecen a pesar de haber entrado al campo los últimos 10 minutos y no haber marcado diferencia en el terreno de juego. Desde que se levantó a calentar fue el jugador más aplaudido por los fanáticos y el más celado de sus compañeros. Finalmente, entró para llevarse la ovación del Estadio Olímpico y tocar el balón unas tres veces, cosa que para los presentes sigue siendo un recuerdo vivo de las jugadas maestras de este futbolista unos cuantos años atrás.
